Mi media sandía - Capítulo 1: ¿Juegas?
- Síndria
- 15 dic 2017
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 17 nov 2020
Principios simples. Revolcones sin lazos, besos al aire, placeres infinitos y caricias de nadie. Es nada. Me digo es nada. Y me engancho. Porque seguimos. Seguimos y seguimos. Nos buscamos y nos encontramos. Nos hablamos, nos desnudamos de palabras y nos inundamos, mares de reflexiones, preguntas, pensamientos y dudas. Destruimos y construimos. Construimos y destruimos. Nos reconstruimos. Rompemos los esquemas, volamos alto, con la cabeza bien alta y alcanzamos libertades incalculables. Las saboreamos de cerca, de bien cerca y nada cambia. No nos poseemos y nada cambia. Nunca nada cambia. Nuestro amor no entiende de posesiones, nuestro amor no entiende de privaciones, prohibiciones, egoísmos o jerarquías. Nuestro amor no. Tú no eres para mí y yo no soy para ti. Me cuidas y te cuido. Me enseñas y te enseño. Me aprendo y te aprendo. Me descubro y re-descubro. Y joder, me gusta. Me gusta y me gustas. Tus ideas diferentes, tu dulce naturalidad, sinceridad y transparencia. Tus actos impredecibles y tu encantadora espontaneidad. Y hasta esas cosas tuyas, tu afán por llegar al extremo, tu amarga indiferencia por el mundo y tu agridulce introversión. Me pierdes. Me pierdes y me pierdo. Decido perderme. Pero no lo olvido. Es nada. Me repito es nada y ya estoy enganchada. Aun así no abandono. Quiero rozar lo inrozable, quiero alcanzar lo inalcanzable. Quiero. Quiero y lo hago. Lo hago, porque sé que se puede. Busco el límite y lo encuentro. Lo traspaso. Lo piso. Y ahora normas. Los juegos siempre tienen normas. Normas que duelen si se rompen. Normas que duelen si se respetan. Así que no prometas, las cosas cambian. No hagas predicciones, porque nunca se sabe. Y sobre todo, no juegues si no quieres. Pero si eres capaz… juega.
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